Cuidarnos para cuidar

¡Qué difícil se nos hace a las mamás dedicar un ratito a cuidarnos! ¡No encontramos tiempo! Tenemos que cuidar de nuestros peques. Nos necesitan. Queremos vivir nuestra maternidad con plena consciencia desde el amor y el respeto. Nuestros hijos necesitan que cuando estamos con ellos estemos verdaderamente presentes y no solo físicamente presentes, sino con nuestra mente, con nuestro corazón y con nuestra alma. Necesitan que nos sintamos bien para transmitirles bienestar. 

Leemos sobre crianza, pedagogía y asistimos a talleres para padres, todo lo que sea para ser la mejor madre. Sin embargo, olvidamos a menudo cuidarnos. Pensamos que ese tiempo que nos dedicamos a nosotras se lo restamos al tiempo que dedicamos a nuestros niños.  

¿Estás segura de que el tiempo que dedicas a tu bienestar no se lo estás dedicando a tus hijos? Recapacita. No te abandones. Necesitamos cuidarnos para estar bien. Luchamos cada día por su bienestar. Queremos que crezcan en un ambiente de paz y armonía. ¿Te has parado a reflexionar que necesitas tu misma para encontrar tu calma y así poder transmitir calma a tu niño?

A mí practicar yoga me ayuda a encontrar la energía que necesito para compartirla con él, mantener mi espalda en forma para jugar con él, a estar verdaderamente presente cuando estoy con él, a disfrutar más plenamente mi maternidad, a mantener la calma o saber recuperarla pronto cuando la pierdo. Yo encuentro mi bienestar en el yoga.

Quizá tú lo encuentras en otra actividad o disciplina, pero busca la forma. Tienes oportunidades y muchas alternativas. Es posible dedicarte pequeños ratitos. No es solo cuestión de organizarte, sino de ser creativos con el poco tiempo del que disponemos. Sobre todo recuerda que cuidar de nuestro bienestar es cuidar del bienestar de nuestros hijos.

 Si queremos que nuestros niños estén bien y sean felices, es nuestro deber y responsabilidad, preocuparnos por estar bien y aprender a ser felices, para transmitir desde el ejemplo, desde lo que ellos ven y lo que sienten, al mirarnos, al tomar el pecho, al estar cerca, al escucharnos y sin escucharnos. Nuestros hijos saben cómo nos sentimos y necesitan que nos sintamos bien.

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