El Guerrero del Yoga: fortaleza, fe, valor y disciplina. La lucha por nuestra paz interior

Esta soy yo en una de mis posturas favoritas del yoga, Virabhadrasana II, el Guerrero, aparentemente sencilla, pero a la vez intensa. Me fascina. El guerrero representa la lucha, el coraje, el valor, la fuerza, la voluntad, la disciplina, la determinación y la confianza en uno mismo. ¿No somos todos guerreros en nuestra vida? El yoga no deja de ser una lucha por alcanzar la paz y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

No es necesario retirarse a una cueva en un bonito y pacífico lugar. El yoga nos enseña a explorarnos con los pies firmes en la tierra, conocer quiénes somos, dónde estamos, cómo estamos, conocer nuestras limitaciones y nuestro potencial, aprender a estar con nosotros mismos tal y como somos, aquí y ahora donde nos encontramos, aceptarnos aunque no nos gustemos del todo y asumir la batalla para convertirnos en protagonistas y héroes de nuestras propias vidas.

En esa guerra nuestra surgen enemigos complicados como son la enfermedad, el dolor, la inercia, la duda, el descuido, el orgullo, la pereza, la indisciplina de los sentidos, las opiniones erróneas, la falta de perseverancia… A pesar de todos esos obstáculos, el guerrero no se rinde y jamás pierde la fe en sí mismo.

Me permito citar a B.K.S. Iyengar en su libro ‘El árbol del Yoga’ hablando de la FE: “En ocasiones se me pregunta si es necesario para un practicante de yoga el creer en Dios. Mi respuesta es muy sencilla: Si no cree usted en Dios, ¿cree al menos en su propia existencia? Puesto que cree en su propia existencia, eso significa que quiere perfeccionarse para la mejora de su vida. Hágalo, y tal vez ello le lleve a ver la luz suprema. No es, por tanto, necesario que crea usted en Dios, pero sí tiene que creer en sí mismo“.

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